Cuando desde hace unos 9 meses comencé a interesarme por una alimentación saludable, sentí en principio que sería un camino casi imposible, que nadaba contracorriente, y caí en muchos errores, que fui solventando a medida que iba aprendiendo y formándome. Desde entonces hasta hoy, cambié el concepto “casi imposible” por “difícil”. ¡Y es que lo es! Enseguida me di cuenta de que a la industria alimentaria no le importa nuestra salud, sino sus beneficios económicos. La comida es un negocio, y el precio, la marca, el marketing (olor, sabor, etiquetas, anuncios, etc) giran en torno a sus intereses y no a los tuyos. Así que, una de las mejores conclusiones a las que he llegado y que llevo a cabo siempre es que como consumidores, solo nosotros tenemos el poder de elegir y decidir lo que comemos, y no debemos dejar que lo hagan por nosotros justo aquellos que no quieren más que nuestro dinero.

Aún así, algunos familiares y amigos de confianza me han llegado a decir que a lo mejor estaba exagerando o llevando a extremos el tema de la alimentación saludable, y que en mi lucha por elegir lo mejor, lo menos contaminado, e incluso lo más respetuoso para el medioambiente, que así “no vives”. Y claro que yo lo he pensado alguna vez. Pero entre que soy de las que creo que con nuestro ejemplo y con pequeños gestos podemos cambiar las cosas, y que cada día estoy más formada, informada y por ello convencida de que éste es el mejor camino, pues es lo que me da fuerzas para mantenerme en mis trece.

Y por si fuera poco el convencimiento, este mes de Abril cae en mis manos este libro: ¡Cómo puedes comer eso! ( de Christophe Brusset), que os aconsejo que leáis. Lo tenéis aquí. La versión kindle a 9,49€. Te paso un resumen de lo que te va a contar alguien que habla con conocimiento de causa:

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Carne de caballo vendida como carne de buey, té verde chino rico en pesticidas, azafrán español que en realidad es iraní, mermelada de fresa sin fresas, guindilla india aderezada con excrementos de ratón, leche infantil al toque de melamina… Bienvenidos al lado oscuro de la industria alimentaria, en el que las regulaciones se estiran hasta el límite para ampliar el margen de beneficio, incluso a cambio de poner en riesgo la salud de los consumidores.

Desde las bambalinas de una industria cada vez más global, Christophe Brusset, directivo de grandes grupos de alimentación durante más de dos décadas ―en las que fue cómplice y testigo de muchas de estas prácticas―, rompe con este libro la ley del silencio que impera en un sector en el que el fraude, a menudo, es la norma, y convierte al lector en espectador privilegiado de la que parece ser una competición planetaria para suministrar materias primas cada vez más baratas, en medio de la más absoluta impunidad.

«Seamos francos y directos: lo único que les interesa de ti a los industriales, al igual que a las cadenas de grandes superficies, es tu dinero, no tu felicidad ni tu salud. Recuérdalo siempre. Así que no confíes en nadie, mantente atento y, sobre todo, ¡sé exigente! Eres tú quien, frente a los estantes de las tiendas, decide comprar o no lo que le presentan. Utiliza ese poder para lograr cambiar las cosas.»

Aquí no vale el ya estamos, esto es una pataleta, se inventa la mitad, o de algo hay que morir. Lo que tienes que concienciarte y determinar es cuánto te importa tu salud, e invertir tiempo, dinero y esfuerzo en ello. Te aseguro que es una realidad que nos influye y perjudica a todos en mayor o menor medida, y lo más importante es que el poder de solucionarlo está en nuestras manos. Sé tú quien decida por tu alimentación, tu bienestar, y en definitiva por tu salud.

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¡Hasta pronto!

 

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