Relación cerebro, corazón, tubo digestivo

Relación cerebro, corazón, tubo digestivo

No es la primera vez que lo hago, ni será la última. Me he tomado la libertad, desde el respeto y admiración, de extraer las grandes ideas que refleja el doctor Mario Alonso Puig hablando de El viaje interior. Sus reflexiones y conclusiones basadas en estudios científicos son lecciones de vida que todos deberíamos tener en cuenta para vivir mejor. Relájate, respira, lee, y después me cuentas qué te parece.

Existe una zona de confort demasiado dura en el ser humano: Cómo te defines a ti mismo que eres. Se tienen procesos mentales que te hacen pensar que hay obstáculos demasiado grandes para ti. Lo que tú crees lo creas porque lo vives con una certeza incuestionable. Y lo peor no es lo que creemos o creamos, sino lo que “tapamos”. Nosotros mismos nos ponemos trabas, pensamos que no podemos, y no se nos ocurre buscar en nuestro interior.

Todos tenemos lo que se llama “personajes dormidos”. En las distintas dimensiones del ser humano aparecen cosas muy hermosas y cosas muy feas que son muy difíciles de ver. Una forma fácil de reconocerlas es a través de la mitología. Y lo importante de reconocer algo es que es la forma de poderlo cambiar.

El ser humano tiene un único oponente: su propio ego. El ego es ceguera, y ha causado más violencia y muertes que todas las guerras juntas.

Este me parece un gran titular:

Según estudios de la universidad de Harvard, entre el 60 y el 80% de las enfermedades que padecemos en el mundo occidental, tienen una relación directa con el mundo emocional.fullsizeoutput_6bf1

El que verdaderamente cura las enfermedades es el organismo. La omeostasis se encarga de todo lo que tiene que ver con la protección del organismo, la vitalidad y la regeneración de los tejidos. Uno de los factores más importantes para la regeneración del tejido cerebral, para tener una buena memoria o para aprender deprisa, se llama BDNF (son neurotransmisores). Una de las fuentes más importantes de BDNF está en el tubo digestivo. Puedes tener problemas de memoria por problemas del tubo digestivo. La hormona más importante para mantenerse sereno, tranquilo y feliz en la vida es la serotonina. Y el 90% de la serotonina la fabrica el tubo digestivo, que tiene 500 millones de neuronas (5 veces más que la médula espinal). Cuando una persona se siente tensa, asustada, preocupada, el sistema de alarma del cuerpo genera daños en distintos lugares, y uno de ellos es el tubo digestivo. Esto hace que baje la serotonina y el sistema inmune.

IMG_8945Los últimos descubrimientos demuestran que cuando nos sentimos queridos, acogidos y valorados, se produce una activación del sistema vagal y el tubo digestivo mejora. El ser humano es un ser de encuentro, y cuando tú te sientes querido, valorado, acogido, los 60 trillones de células lo notan y mejoran. De ahí la importancia del concepto de medicina holística que valora y respeta el impacto del cuerpo.

Además del cerebro con sus 100 mil millones de neuronas, está el cerebro del corazón que tiene 40 mil neuronas, pero el campo magnético que produce es 5.000 veces más potente que el del cerebro. ¿Sabías que emitimos un cambio electromagnético a 3 metros de distancia? Los demás sienten si nuestro corazón está en paz o en guerra. Cuando el cerebro, el corazón y el tubo digestivo se sincronizan, cambia radicalmente el funcionamiento del cerebro.

cropped-dpp07dc0a010e1a29.jpgEs normal que nos guste la seguridad, el estatus, el reconocimiento, la valoración, que nos acojan, pero no nos podemos quedar ahí. El verdadero crecimiento, la verdadera magia y e evolución de un ser humano, es cuando abraza la aventura, cuando ve en la incertidumbre no un peligro sino una oportunidad, cuando se ocupa (no solo se preocupa) en crecer por dentro, y cuando en su vida es una prioridad añadir valor a la vida de los demás.

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Gracias y hasta pronto 🙂

Fibromialgia y sensibilidad al gluten no celíaca. Mi experiencia personal

Fibromialgia y sensibilidad al gluten no celíaca. Mi experiencia personal

Hoy, 19 de octubre de 2017, un día frío de sol y nubes y algo de lluvia que nos ha recordado que estamos en otoño. Hoy, que abrí los ojos y la primera señal de que estaba viva fue mi rutinario dolor de cabeza y el sonido de mis tripas quejándose por no sé qué, y me levanté como tantas veces rígida, contracturada y dolorida, con un cansancio como si acabara de correr una maratón. Hoy, que a pesar de todo, como cada mañana desde hace meses, los primeros minutos del día los dedico a meditar. Pues hoy no pude contener las lágrimas, y el llanto no me permitía coger aire y consolarme con la respiración. Podía más mi tristeza, la impotencia, el cansancio, la debilidad… y así de forma intermitente, y afortunadamente con periodos de descanso, unas veces más largos que otros, pero así vivo desde hace 2 años. Y hoy quiero contarlo, desahogarme, dar voz a quien se sienta identificado y que mis palabras también puedan servir de ayuda.

Padezco de fatiga crónica, síndrome de intestino permeable, y mi sistema inmune está debilitado y lucha contra mí. Me duelen todas las articulaciones y en general tengo contracturas y rigidez en todo el cuerpo. Son características propias de lo que hasta ahora se conoce como fibromialgia. Se sabe muy poco sobre esta enfermedad, considerada todavía hoy por algunos profesionales de la salud como un síndrome, con un componente emocional que tiene mucho peso en la enfermedad, y que para diagnosticarla tienen sobre todo como referencia 18 puntos gatillo (puntos de dolor en diferentes zonas del cuerpo). Pero la realidad es que todavía queda mucho camino por descubrir, y que somos muchos los que vivimos pendientes de nuestra salud, probando medicamentos y otras terapias naturales, y aprendiendo a llevarlo todo con una sonrisa siempre que se pueda, para que la tristeza no pueda contigo.

Leí una vez que era una enfermedad muy silenciosa. Así es. Aparentemente la mayoría de las veces parece que no te pasa nada. Puedes levantarte fatal y sin apenas movilidad y en unas horas se suavizan los síntomas, coges fuerza, te maquillas, te arreglas y te preparas para recibir piropos y que te digan el buen aspecto que tienes. Si se te ocurre decir que estás mal, te miran incrédulos y seguramente la mayoría creerán que te lo inventas, con lo cual la impotencia se eleva a su grado máximo. Es difícil saber qué hacer para mejorar, aparte, por supuesto, de cuidarte todo lo que puedas. Y tampoco se sabe por qué se empeora. Esa es una de las cosas que te vuelven loca. No consigo relacionar ningún síntoma con nada concreto. A lo mejor un día haces ejercicio y estás mal y otro día con el mismo ejercicio estás bien. El reposo tampoco sirve. Aunque es verdad que estar mucho tiempo sentada o tumbada siempre hace que el cuerpo se contracture más. Así que muchas veces no sabes qué hacer, porque si te mueves te agotas y si descansas te levantas peor. Por la noche aparentemente duermo, pero soy consciente del dolor en muchos momentos, no hay ninguna postura suficientemente cómoda para descansar, y el sueño no es reparador. Además, he llegado a normalizar el dolor y a perder la medida. Convivo con ello y lo raro es cuando me siento bien.

He estado más de la mitad de mi vida dedicada a la danza, en concreto al flamenco. Cuando hace un par de años empecé con dolores aquí y allá, entonces sí lo relacionaba con mi profesión y con el estrés que llevaba. Todo lo justificaba con eso, sin saber que eran señales que me anunciaban ya lo inevitable. Empezamos echando la culpa al intestino, y no en vano, ya que gran parte de las enfermedades, sobre todo de naturaleza autoinmune y las inflamatorias, tienen origen en el intestino. También esto tenía sentido, ya que por mi constitución y debido a que siempre hice mucho ejercicio, me permitía comer mucho, y de todo, sin importarme cantidad ni calidad. Me sentaba bien, o eso creía, y “como no engordaba…”. Maltraté mi intestino durante muchos años. Ahí pude comprobar el aguante que tiene el cuerpo, y también lo poco que lo escuchamos. Somos una maquinaria perfecta y al igual que a un coche se le enciende una luz roja para avisarte de que algo falla, a nosotros nos saltan alarmas continuamente que no hacemos caso o no damos importancia. Y al final, todo pasa factura, antes o después.

Estuve muchos meses tratando de regenerar mi flora intestinal, combatiendo hongos y parásitos que me causaban problemas, y empecé a aprender a cocinar al tiempo que me interesaba por la alimentación saludable. Saqué de mi dieta los productos procesados, las harinas refinadas, el azúcar y la leche. Un poco más adelante, por prescripción médica, dejé el gluten por completo y los lácteos. Fue el Dr. Carlos Isasi, reumatólogo del hospital Puerta de Hierro de Madrid, el que me trató desde el pasado mes de abril, gracias a la intermediación del médico internista Dr. Miguel Yebra, al que respeto y admiro (y al siempre cómplice Dr. Antolín López-Viña). “Yo estoy aquí para lo que necesites, pero tu caso lo va a saber llevar el Dr. Isasi” – me dijo Yebra con sinceridad. Y es que no es un reumatólogo tradicional; es un tipo especial y que se sale de los cánones establecidos en pro de sus creencias. Es él quien ha puesto nombre a un problema ligado a las enfermedades autoinmunes: Sensibilidad al gluten no celíaca, basándose en estudios que lleva haciendo más de 10 años.

Después de año y medio y una peregrinación de consultas médicas, aprendí y supe que tenía que dejar buscar porqués, de buscar un origen único, un nombre, un culpable. Eso no significa, como llegaron a decirme, que no me pasa nada, que estoy bien o que es psicológico. Pero ¡cómo no me va a pasar nada! si he llegado a entrar a las consultas casi sin aire, sin habla, coja, y hasta en silla de ruedas. Y se nota cuando alguien es victimista, se inventa las cosas o a lo mejor solo quiere llamar la atención. Desde luego ese no es mi caso.

Pero las enfermedades se tratan desde un punto de vista holístico. Y no hay que olvidarse de la parte emocional, además de la orgánica, y contemplar todos los factores que pueden estar influyendo para que el organismo no funcione con normalidad. Otra práctica que incluí en mi nueva vida saludable fue el mindfulness (atención plena en el momento presente y sin juicios). Empecé con meditaciones cortas y poco a poco he ido ampliando e intentando mantener este estilo de vida en muchos momentos del día. Es una forma de aprender a manejar las emociones y a mantener la calma. Además hago yoga. Hasta eso lo hago con dolor y sufro por no poder estar mínimamente bien para disfrutar de los beneficios y concentrarme. Con esto quiero transmitir lo difícil que es manejar una situación así, porque a pesar de poner todo de tu parte, de dedicarte en cuerpo y alma (nunca mejor dicho) a tu salud, ves que a la mínima se tambalea y que te quedas sin herramientas.

Por suerte, soy optimista inconformista, las dos cosas juntas, y eso hace que siempre piense que todo tiene solución. Hasta donde sé, no solo me toca aceptarque me parece bien y además creo que la aceptación ayuda en cualquier situación de la vida, sino que además me dicen que tengo que resignarme a vivir con una enfermedad que es crónica. Y eso es como ponerme banderillas. Por algo soy tauro 😉 Basta que me digan por ahí ni lo intentes, para que vaya de cabeza y piense que YO SÍ VOY A PODER. Y en esas estoy. Días como hoy el mundo se me viene encima y pienso en resignarme, pero cuando cojo fuerzas, vuelvo a la carga a pensar qué más soluciones puedo encontrar.

Me encanta compartir experiencias, y pienso que es una buena forma de ayudarnos. Por eso he pensado que esta publicación además de que pueda servir para que muchas personas ajenas a estos problemas entiendan y sean más capaces de empatizar con los afectados, otras muchas puedan dar su opinión, contar su propia experiencia personal o incluso aportar información de interés. Hoy te pido que no te conformes con dar al like sin más, sino que lo compartas en tus redes para que más personas lo vean y pueda llegar a otros enfermos. Comenta si te apetece, porque granito a granito vamos sumando y colaborando para conseguir entre todos una vida feliz. ¿Me concedes ese deseo?

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Gracias de corazón 🙂

Salud intestinal, la clave para una óptima forma física y mental

Salud intestinal, la clave para una óptima forma física y mental

Cuando hace dos años empecé a sentirme mal, tardé más de un año en encontrar respuestas porque buscaba algo concreto que no existía, o que por sí solo no justificaba todo lo que me pasaba ni permitía poner nombre y apellidos a una enfermedad.

Somos seres multidimensionales donde todos nuestros aspectos están funcionando simultáneamente en interrelación. Cuando enfermamos, tendemos a buscar una causa única que tenga un efecto concreto, y tratamos la enfermedad de forma aislada, pero lo que nos pasa la mayoría de las veces es que en el cuerpo se produce un desequilibrio, y las manifestaciones que se dan debido a esa pérdida de equilibrio se producen a nivel emocional, psicológico, a nivel físico o con una mezcla. Lo ideal es hacer un abordaje de forma holística y tener en cuenta todos los factores. En muchas enfermedades autoinmunes, teniendo en cuenta la alimentación, factores psicológicos, y tratando de equilibrar el sistema nervioso autónomo, la enfermedad puede llegar a desaparecer.

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Decía Hipócrates que toda enfermedad empieza en el intestino. No tengo ninguna duda. El intestino manda en el cuerpo, es nuestro segundo cerebro y en él habitan 100 millones de neuronas. Pero además, en nuestro cuerpo habitan millones de microorganismos que forman nuestra microbiota. Decían Carlo Maley y Athena Aktipis, dos investigadores de la Universidad de California, que «Las bacterias del intestino son manipuladoras. Hay una diversidad de intereses en el microbioma intestinal; algunos se alinean con nuestros objetivos alimenticios y otros no». Sin bacterias no hay vida, y de hecho ayudan e intervienen en muchas funciones biológicas, como protegernos de enfermedades, regular nuestro metabolismo, prevenir el ataque de bacterias patógenas, o modular nuestro sistema inmune y la respuesta inflamatoria.

Muchos hábitos de vida moderna, el estrés, la toxicidad, el exceso de medicación, o una mala alimentación mantenida en el tiempo, puede dañar nuestra mucosa intestinal, que está formada por una fina capa de células que permiten pasar nutrientes y agua y bloquean el paso de toxinas, produciendo el conocido intestino permeable o poroso. Esta porosidad facilita el cruce de patógenos y proteínas de los alimentos, contra el que el sistema inmune responde con inflamación, dando lugar a múltiples trastornos como la depresión, acné, síndrome de fatiga crónica, enfermedad coronaria, etc. En los casos más severos, el sistema inmune pierde la capacidad de distinguir entre células propias y ajenas, atacando sus propios tejidos. Por este motivo la permeabilidad intestinal se asocia con múltiples enfermedades autoinmunes como psoriasis, artritis reumatoide, asma, esclerosis múltiples y enfermedad de Crohn.

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La leche materna es nuestro mejor probiótico cuando nacemos. Ayuda al bebé al desarrollo de una microbiota saludable y a tener un menor riesgo de enfermedades autoinmunes. Además es rica en oligosacáridos, compuestos esenciales para nuestra microbiota. Así que los primeros meses de vida condicionan la microbiota para el resto de la vida. Aun así, siempre estamos a tiempo de mejorar nuestra salud intestinal, y por tanto la global.

Expongo algunas recomendaciones importantes, que yo misma he tenido en cuenta y he comprobado que funcionan:

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  • Por un lado debemos evitar en nuestra dieta productos industrializados, refinados, algunos cereales como el trigo y otros que contengan gluten, azúcar, leche, grasas saturadas y grasas trans, exceso de carne y embutidos, y en general alimentos inflamatorios. Optar por los vegetales, legumbres, frutas y frutos, prebióticos y probióticos, cereales integrales, pescado( el rico en ácidos grasos esenciales) y aceite de oliva. Y micronutrientes en forma de suplementos dietéticos, siempre recomendados y bajo el asesoramiento de una persona especializada.
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  • Evitar el estreñimiento.
  • Beber agua abundante. Aquí te recuerdo la importancia del agua y la alcalinidad.
  • Mantener un buen equilibrio Ácido-Base.
  • Consumir productos ecológicos libres de pesticidas26532976 - closeup of fresh fruit salad with no preservatives
  • Evitar tóxicos en el hogar. Aquí tienes un post con una receta de suavizante para tu ropa y otros consejos.11911740 - towel and cleaning isolated on white
  • Utilizar productos de cosmética 
    FullSizeRender (9)natural.
  • Hacer ejercicio moderado y saludable para oxigenar el organismo.
  • Evitar el estrés manteniendo hábitos saludables como dormir bien, disfrutar de la naturaleza y practicar la meditación. Yo llevo poco tiempo meditando y ya noto los beneficios. Lo hago IMG_4282con una meditación guiada (hay muchas aplicaciones móviles) según me despierto por las mañanas. ¿Quién no tiene 10 minutos? Y te aseguro que son los mejores invertidos del día.

Espero que haya sido una información valiosa. Yo tuve que aprender todo esto por obligación, pero lo ideal es no esperar a enfermar y tratar de evitarlo. La mejor forma es fullsizeoutput_6bf1estar informado y no vivir en la ignorancia. Todo pasa factura. Si te cuidas lo notarás (y lo notarán ;), y si descuidas tu salud antes o después saltarán las alarmas. Tú eliges.

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¡Hasta pronto!

Historias de superación: aprendiendo a escuchar al cuerpo

Historias de superación: aprendiendo a escuchar al cuerpo

Una de las cosas que me encanta hacer y también es por lo que más me gustan las redes sociales, es compartir, pero no por el mero hecho de contar algo sin más, sino con el objetivo de ayudar con mis historias de vida y mis propias experiencias personales. Desde que tengo uso de razón, repasando mi vida, casi lo hago hasta de forma inconsciente, y yo suelo decir ahora mismo que también de forma ‘egoísta’, porque no hay nada que te haga sentir mejor que haber podido brindar tu ayuda a alguien.

Esta fue la razón con más peso para lanzarme a crear este blog, y a la vez, está siendo mi terapia y lo que está dando sentido a mi vida en estos momentos. Y, como suele pasar, cuando vives una etapa de tu vida centrada en algo, ese algo provoca que atraigas personas, vidas, anécdotas, y que aprendas un montón. Si además eres capaz de quedarte con lo bueno y saber aprovecharlo para mejorar tu vida y de rebote la de los demás… ¡chapó! Eso intento cada día, y esta es la ‘excusa’ de mi post de hoy.

Mi enfermedad me afecta sobre todo en dolores articulares, rigidez y contracturas en todo el cuerpo. Y uno de los hábitos saludables que me ayuda es hacer ejercicio suave. Desde hace un par de meses hago hipopresivos, un sistema de entrenamiento holístico para el control postural a través de la respiración. Esta semana en la clase conocí a María, que además de contarme su afición por el baile flamenco que ocupó más de la mitad de nuestra conversación, entusiasmada cuando supo que yo soy bailarina e incluso teníamos amigos comunes, me contó que ella tuvo pustulosis palmoplantar, y empezó a darme detalles de la enfermedad y de cómo dio con el tratamiento adecuado un buen día cuando detectó que su problema de piel no era un simple tema dermatológico.

Me quedé impresionada de los paralelismos que existían entre su historia y la mía. Sin tener que ver ninguna de las dos enfermedades, una vez más volví a verme reflejada en algo que desgraciadamente está a la orden del día. Sin meter a todos los médicos en el mismo saco, porque de hecho afortunadamente conozco médicos profesionales fantásticos, es muy típico de la medicina, bien sea por desconocimiento o por no estar abierto a más cosas, por dejadez, o mucho peor, por intereses, que te traten y diagnostiquen basándose en los síntomas concretos que padezcas, y que para cada síntoma apliquen el tratamiento oportuno, en vez de valorar tu problema de forma global y pensando que a lo mejor un síntoma en una zona del cuerpo es una señal de que está pasando algo a nivel interno que no tiene que ver con esa “dolencia” en concreto. Lo que se llama visión holística.

principal-portada-inteligencia-digestiva-esHace un año que empecé con dolor, bloqueo y rigidez en las rodillas, luego en las cervicales, dorsales, lumbares, un brazo, muñecas, dedos… y suma y sigue. De cada zona afectada me hacían resonancia o ecografía y me decían que no tenía nada. ¿Por qué? porque en las pruebas no salía nada y sin esa evidencia no hay nada que hacer. ¡Tremendo! Cuando se me ocurrió relacionar estos problemas con el intestino, poco más que me llamaron loca y siguió alargándose mi búsqueda hasta que la doctora (endocrina) Irina Matveikova por fin me dio la razón. Ella escribió un libro maravilloso que os recomiendo: Inteligencia digestiva, en el que afirma que el intestino es nuestro segundo cerebro. Lo confirmo.

Después de este necesario inciso y volviendo al caso de María, a ella le ocurrió un poco lo mismo. El dermatólogo trataba su pustulosis palmoplantar con cremas con corticoides que efectivamente le ayudaban a mejorar hasta un punto, pero al cabo de un tiempo todo volvía. Si a mí me dan antiinflamatorios, corticoides y demás medicamentos, seguro que me alivian y mejoro. Pero no se trata de eso, sino de ir al origen. Cuando el cuerpo te da señales hay que escucharlo y tratar de saber por qué y qué está pasando. Por eso, al igual que yo, María se puso su propia bata de médico hasta dar con el origen de su enfermedad y la solución para la misma, sin querer poner parches ni esconder síntomas. Con su permiso, comparto su historia por si puede servir de ayuda a quien esté viviendo una experiencia igual o parecida. Al final el aprendizaje es el mismo: escuchemos nuestro cuerpo y busquemos el origen de nuestro problema para dar con la solución adecuada.

Así nos lo cuenta María:

Me gustaría compartir mi experiencia personal sobre la lucha contra la pustulosis-palmoplantar. Empezaron a salirme una especie de granitos en las palmas de las manos y de los pies. Se secaban y después se convertían en piel seca. Todo fue a más hasta el punto de doler mucho. Visité el Dermatólogo,  solamente me recetaba cremas con corticoides. Todo mejoraba pero al poco tiempo me salían brotes tremendos, peor que las veces anteriores incluso. Me resigné a pensar que esto era crónico, una especie de psoriasis y que podría ser heredado. La enfermedad es acompañada a veces por lesiones óseas como hiperostosis esternocostoclavicular. También el paciente puede estar estreñido o con diarrea.

Entonces decidí investigar por mi cuenta y di con el caso de un bailarín japonés que tuvo que dejar de bailar por culpa de la pustulosis. Él conoció un médico, el Dr Masaru Maebashi, de la unidad interna del Hospital National Akita en Japón.

Su cura y la mía vinieron de la mano de un tratamiento basado en probióticos para poblar la flora intestinal y biotina, una vitamina del grupo de las B que desempeña un papel esencial en las reacciones metabólicas de la glucosa, de los ácidos grasos, de los aminoácidos y de los ácidos nucleicos y en la subsiguiente regulación del sistema inmune. La deficiencia de biotina, por lo tanto, causa anomalías metabólicas con una posterior reducción de la actividad supresora mediada por linfocitos T. El tratamiento con biotina corrigió todas estas anomalías metabólicas y la subsiguiente disfunción inmune, dando como resultado una mejora completa de la enfermedad.

La Pustulosis palmoplantar no es sólo una enfermedad de la piel sino un trastorno sistémico con complicaciones frecuentes de lesiones óseas, diabetes mellitus, nefropatía, enfermedad de Crohn o tiroiditis crónica. Especialmente, las lesiones óseas son complicadas en la mayoría de los pacientes. Por lo tanto, las erupciones pustulares en la piel pueden considerarse como uno de los síntomas característicos.

Consecuencias y causas del deficit de Biotina:

  1. Diarrea persistente
  2. Uso a largo plazo de antibióticos
  3.  Ingesta frecuente de alimentos grasos
  4. Resección extensa del intestino
  5. Proliferación de microflora “nociva” en el intestino
  6. Nutrición parenteral a largo plazo
  7. Uso prolongado de fármacos antiepilépticos o tranquilizantes con radicales carbamida ureido en su estructura química.
  8. Gran consumo de clara de huevo cruda.

El tratamiento consiste en una combinación de administración oral de biotina y terapia complementaria con ungüento de corticoides. Una vez que las lesiones cutáneas disminuyen, mejoran los síntomas y el tratamiento ya no será necesario.

Este tratamiento particular de la Pustulosis Palmoplantar está ahora autorizado y aprobado por la Sociedad Japonesa de Medicina Interna.

El Dr. Maebashi ha tratado con éxito hasta el 5 de junio de 2007 a más de 5000 pacientes con Pustulosis Palmoplantar e Hiperostosis Sternocostoclavicular.

El tratamiento también logró un efecto terapéutico favorable en enfermedades causadas por disfunciones inmunitarias, tales como psoriasis vulgar, dermatitis atópica, artritis reumatoide, eritematodos, esclerodermia, enfermedad de Sjoegren, nefropatía por IgA y enfermedad de Crohn.

Espero que mi historia y experiencia sirva para aclarar y ayudar a otros en la misma situación. Os dejo el enlace del caso del bailarín japonés: http://www.curable.or.jp/english/english.html.

documento1 (Traducido al español)

Es un poco mala la traducción, pero se entiende perfectamente. Yo he reproducido mucha información al respecto desde el enlace.

Un saludo y hasta pronto.

Mª Josep Reynés

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